sábado, 20 de junio de 2009

Tú.

Porque no puedo evitar sentir lo equivocado y regalarte eso de mi que nunca quise que conocieras. El no sentirme en tus pensamientos, enredado en lo que mi pecho forma cada vez que te vas sonriendo. Tu espalda que se aleja con mis expectativas y tus realidades desfasadas. Entonces no puedo evitar mirar a través de tus ojos llenos de concentración, y asustarme de no ser capaz de correr esa cortina; ese terror de saber que no te conozco, o te conozco demasiado para aceptar esto que parece mentira. Porque es mentira, nunca he podido evitarte así.
Y no aceptar tus ojos que desenredan momentaneamente lo impensable, que me afirman que nunca te has ido de aquí, que nunca has renunciado a esto.

Con tu mano en mi espalda que tu piel ha rozado en incontables momentos. Siento el calor que tu cuerpo siempre me ha ofrecido.

Y el dolor se dispersa en tus susurros, y nunca logro entiender cómo puede haber pensado todo esto.

Entonces quisiera capturarte así, a través del lente que te mantiene hoy junto a mi.