Anoche

A veces me sueño viviendo en Valparaíso. En una pieza redonda con ventanales grandes y suelo de madera desnivelado en lo alto de una casa de tres pisos. Si me asomo veo el mar y los barcos dejando esa estela blanca que me encanta descubrir en las pinturas al óleo, y sobre el horizonte una neblina que nunca decide si dejar o no la ciudad. Es un oceano de colores indistintos, imaginería que se agarra con unñas y dientes a una tierra aveces traidora.

A veces me convenzo que conozco hasta la última escalera de

mi cerro de memoria y desayuno lo mismo de siempre leyendo un libro en el café de la esquina. Y que el señor del mismo ascensor de cada día me reconoce con una sonrisa al recibir mi moneda, mientras yo me acomodo en el mismo rincón, mirando a través de la misma ventana el paisaje de siempre; el paisaje que re-busca y escarba entre recuerdos difusos, como sueños que alguna vez tuve.

A veces me sueño caminado solo por placer entre un sinfín de gatos que analizan mis zapatillas, observando la estela blanca impresionista que dejan los barcos al pasar.